martes, 30 de agosto de 2011

...este ir y venir del carajo...

Orilla de el Almendares. Tomada de la red.
Son guerras sin huestes ni municiones. Largas y sempiternas. Basta proponerse una conquista para que caigas rendida y sin aliento para agitar un dedo. Basta pararte firme para que ganes el mundo. Miro todos estos cuadraditos plateados y reparo en signos inexplorados. Quiero correr sobre ellos como hacía en las tardes por la orilla del Almendares pero aquella corriente querida y pestilente del rio se desdibuja solo de rumiarla. No están las cortinas de verdes trepadoras por donde siempre se filtraban los rayos de sol para encantarnos y que nos hacían perdernos en medio del bosque con silencios temerosos que nos devolvían agitados a casa. Correr ya no significa tanto.
Bosque de La Habana.
Foto tomada de la red.


No saco cuentas irremediables, no le ajusto correas al pasado, no me pesan en los hombros más que ciertas alegrías. El pasado que me importa está ahí, donde voy y soy porque es mi piel la que le da vida. Los grandes corredores de la casa del rio y el olor de la humedad penetrando por los cañerías de los baños, el bar de espejos donde jugábamos a las casitas y el closet del pantry donde me escondía para descansar de la cantaleta de Picon con su Revolución, el Che y su próximo intento de suicidio. Me fui de todos los lugares mientras me iba de uno solo, aprendí a cerrar los ojos y desdoblar con rutina aquella imagen mía con blusa blanca y pantaloncitos de corduroy rosado, recostada mi barbilla sobre mis brazos apoyados en el muro de los altos ventanales de la terraza de cristales mientras me tragaba con el amor más grande que podía aquel embrollo de agua turbia que se alejaba reposado hacia el puente tragándose ramas verdosas aun, gajos rotos y pocos de basura, la escalera de piedras, la vieja piscina destrozada y vacía y las voces y gritos de todos nosotros mientras corríamos y perseguíamos lagartijas.
En Soroa, Pinar del Rio.
Mi gente. Foto tomada por mi. 2010.

La pureza es una batalla perdida. Nadie posee una verdad más que la suya. Allí donde dejamos el alma tantas veces no la recogeremos otra vez. Abriremos otras ventanas con restablecidas felicidades que nos taparan como la lluvia abarrota un hueco hasta que el sol le arrebata su virtud. Somos un ciclo de deseos, de espantos y averías. Nos vamos así, de cada lugar, como nos fuimos de uno aquella vez que teníamos siete años arrastrando a la derecha el velocípedo de ruedas desgastadas, o la otra cuando teníamos treinta y el ruido tirante de los motores nos sucumbió ante las últimas decisiones.
A veces es así. Se relajan las palabras entre estos cuadraditos plateados y pierdo las “eses” y las “emes” pero no estoy lejos. Me creo que la actitud es derrotista o que el calor agobiante te rompe el cerebro como un trozo cualquiera de papel. Domino los hábitos y las secuencias tanto como un buche amargo de café. Pero estoy.
Abro la puerta de la casa de la calle 15 y encuentro sorprendida otra vez a los muchachos del barrio y a mami gritando “niñas entren a bañarse y a comer” y aquel tropel nuestro en el cuarto y los perros ladrándole a los mangos y entonces recuerdo que el horizonte es este y aquel y nosotros y ellos y este ir y venir por dentro. Guerras sin huestes ni municiones. Largas y sempiternas.

“…Desde que nací- dijo Florentino Ariza- , no he dicho una sola cosa que no sea en serio.
El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.
-¿Y hasta cuando usted cree que podemos seguir con este ir y venir del carajo?- le preguntó.
Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacia cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches.
-Toda la vida- dijo.”

8 comentarios:

  1. Fermina, yo que estaba tan ensimismada esta mañana, ilusionada con un rosal del frente y me has revuelto el día. Hoy los cubanos con corazón están tirando a matar y yo que no puedo con esta novela, ni con la carga de recuerdos. Un abrazo con olor a yerba mojada y sin zapatos para no dejar de sentir

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    1. bellas palabras: una abarzo con olor a yerba mojada...

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  2. ay mujer: ya estás de regreso. qué texto Fermina. Me quedo con eso de que "la pureza es una batalla perdida". Una abrazo Fermina desde Santiago. Bueno verte de regreso

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  3. Y a veces la verdad que uno posee la falsea para no reconocerse en la realidad. Ayer mismo un amigo me comentaba viendo fotos de Lima y Cuzco que hubiera sido una maravilla La Habana de no haber caido bajo esa dictadura.

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  4. Hace mucho que no vuelvo al pasado.
    Y mejor.
    La nostalgia puede ser tierna al principio pero siempre acaba convirtiéndose en criminal.

    Besos.

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  5. Uno se desgarra y se desgarra y no hay manera de evitarlo, te salta encima sin previo aviso.

    Un bello texto.

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  6. sinceramente me encanta (y me encanta esa ultima cita del ultimo parrafo del amor en los tiempos del colera ), tengo que confesar que soy un ignorante en blogs y no se como suscribirme al tuyo ni ver otros textos que sean de el, si me pudiera decir o alguien mas por aquí, se los agrdeceria.

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