jueves, 21 de julio de 2011

La primavera no llegará mañana pero acaso pasado mañana…

Leí “Primavera con una esquina rota” cuando tenía dieciséis años. Por primera vez. Las otras veces no puedo contarlas. Sabía de memoria frases enteras, párrafos que quedaban en mi mente como fragmentos de canciones y una y otra vez hallaba más humano cada personaje, cada carácter, cada trozo de cuerpo en cada trozo de vida. No había yo vivido apenas y sentía que Santiago, Graciela, Beatriz, Don Rafael, Rolando y todos eran pedazos de tanta gente que ya conocía y que era gente real, aterrada y valiente, sabia e ignorante, feliz y amargada, gente que amaba y traicionaba, que se repetía y se inventaba, que se ayudaba y se podría, que se decían verdades y tiraban portazos, gente que tenía que vivir y sobrevivir a veces festejando, a veces callando. Benedetti me desgranó por muchos años todas aquellas cosas que yo hubiera querido decir pero que nunca atinaba la palabra acertada, la frase leal. Durante mucho tiempo en cada situación que vivía una marea de versos en prosa llovía en mi mente cuando parecía que el silencio era toda respuesta. He cambiado, he vivido. Soy diferente desde casi, casi, todo punto de vista de lo que fui a mis dieciséis años cuando por primera vez leí uno de los libros que me acompañaría toda la vida. Ni siquiera coincido con ya con el contexto de la obra, y por demás hasta me lo cuestiono. Pero aun así, hay días como este, donde no tengo más explicación que la baraúnda de sentimientos y entreveres de voluntades que de repente te sorprenden mientras andas un poco en las tardes, cuando conduces el carro en medio de un aguacero angustioso, cuando te sientas en el portal con tu copita de vino solo para fumarte uno de esos cigarros…
Teniendo mucho que hacer como por ejemplo, reorganizar y limpiar el librero, lo encontré, abrí la primera página, me senté y no volví en mí hasta que lo terminé. Y entonces algunos de estas frases regresaron…

“…Lo esencial es adaptarse. Ya sé que a esta edad es difícil. Casi imposible. Y sin embargo. Después de todo, mi exilio es mío. No todos tienen un exilio propio. A mí quisieron encajarme uno ajeno. Vano intento. Lo convertí en mío. ¿Cómo fue? Eso no importa. No es un secreto ni una revelación. Yo diría que hay que empezar a apoderarse de las calles. De las esquinas. Del cielo. De los cafés. Del sol, y lo que es más importante, de la sombra. Cuando uno llega a percibir que una calle no le es extranjera, sólo entonces la calle deja de mirarlo a uno como a un extraño. Y así con todo. Al principio yo andaba con un bastón, como quizá corresponda a mis sesenta y siete años. Pero no era cosa de la edad. Era una consecuencia del desaliento. Allá, siempre había hecho el mismo camino para volver a casa. Y aquí echaba eso de menos. La gente no comprende ese tipo de nostalgia. Creen que la nostalgia sólo tiene que ver con cielos y árboles y mujeres. A lo sumo, con militancia política. La patria, en fin. Pero yo siempre tuve nostalgias más grises, más opacas. Por ejemplo, ésa. El camino de vuelta a casa…"
“…Los motivos adultos, o quizás las excusas adultas de los miedos que vienen después, no son fantasmales, sino insoportablemente reales. Sin embargo, a veces les agregamos fantasmas de nuestra cosecha ¿no te parece? A propósito, ¿cómo andan tus fantasmas? Dales proteínas, no sea que se debiliten. No es buena una vida sin fantasmas, una vida cuyas presencias sean todas de carne y hueso...”.
“…De modo que no tengo respuesta a ninguna pregunta tuya, sencillamente porque carezco de tus preguntas. Pero yo si tengo preguntas. No las que vos ya sabes sin necesidad de que te las haga, y que dicho sea de paso, no me gusta hacerte para no tentarte a que alguna vez (en broma o lo que sería muchísimo más grave, en serio) me digas: YA NO…”


“La hipocresía es un vicio, pero no estoy convencido de que la franqueza sea una virtud.”

“…Algún día abandonaré este raro exilio y me reintegrare al mundo, ¿no? Y seré alguien distinto, creo incluso que alguien mejor pero nunca el enemigo del que fui o el que soy sino mas bien el complementario. Si, tener noticias tuyas es como abrir una ventana, pero entonces me vienen unas ganas casi incontenibles de abrir más ventanas y, lo que es más grave (¡qué locura!) de abrir una puerta…Si se abriera…seria la recuperación de la realidad, de la gente querida, de las calles, de los sabores, de los olores, de los sonidos, de las imágenes…Seria por ejemplo la recuperación de vos y de tus brazos, y de tu boca y de tu pelo y bah! A qué intentar darle vueltas a un pestillo que no cede, a una cerradura inconmovible. “

“El pasado se vuelve fastuoso y sin embargo es apenas una desilusión óptica. Porque el pobre, mezquino presente gana una sola y decisiva batalla: existe. Estoy donde estoy.”

“El buen compañerismo consiste muchas veces en callar, en respetar el laconismo del otro, en comprender que eso es lo que el otro necesita en esa precisa y oscura jornada, y entonces arroparlo con nuestro silencio, o dejar que él nos arrope con el suyo, pero, y este pero es fundamental, sin que ninguno de los dos lo pida ni lo exija, sino que el otro lo comprenda por sí mismo, en una espontánea solidaridad”.
…”todo recomenzará normalmente naturalmente aunque el espejo primavera tenga una esquina rota, eso sí, la tendrá, seguro la tendrá…”

4 comentarios:

  1. Fermina: primero, qué buenas fotos, y segundo qué buen ejercicio. Siempre me sorprende cómo hay frases que insisten en perseguirnos y se acomodan a nuevas circunstancias, a la vida misma, que por suerte cambia para mejor y con ella uno. Un abrazo Fermina, de seguro de ese librero desordenado saldrán muchas otras cosas

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  2. Me han gustado mucho las fotos.
    La primavera está tardando mucho en llegar (demasiados años ya) espero que no quede mucho.

    Besos.

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  3. Yo también leí ese libro de Benedetti varias veces cuando me presenté a las oposiciones bajo el tema del exilio para ser profe.
    He de reconocer que se lee bien, pero no todo me gustó, aquel Pim Pom fuera abajo la gusanera, frente a la embajada del Perú se me atragantó.
    A mí también se me quedaría grabada una frase de Rolando Asuero en el baño, mirándose mientras se afeitaba y diciendo. Puta qué ojeras!
    El tiempo pasa en Cuba, y la primavera llegará con más de una esquina rota... yo creo que ya tiene las cuatro.
    Las fotos son preciosas, Fermina.
    Muchos besos.

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  4. Fermina, quisiera hablarte más de como me ha tocado la avalancha de fragmentos tuyos, pero sólo te compartiré: Esa foto del adiós, esas manos levantadas, esa espalda apoyada en el marco de la puerta y nuestros sobrinos, primos, hijos de amigos, en fin los más pequeños, esa imagen es siempre un grillete en la memoria. Quisiera tener capacidad para decir adiós e irme con sonrisas, pero no es así y se quedan los vecinos, envejecidos, vecinos que me vieron crecer y ahora observamos las canas comunes, Dios mío es que en nuestro ir y venir, en cada despedida hay un susto propio de tanta distancia.

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