lunes, 8 de marzo de 2010

Enviándonos abrazos este 8 de Marzo

Una amiga me ha enviado este poema del poeta brasileño Mario Raúl de Morais Andrade, conocido como Mario de Andrade, nacido en Sao Paulo. Fundador del Modernismo brasileño, ejerció también la crítica de arte y literaria y fue un incansable investigador etnográfico en medio de la dictadura de Getulio Vargas. Murió en 1945, a la edad de 52 años, de un infarto. Murió en su casa y debido a sus diferencias con el régimen en ese momento no hubo ninguna reacción oficial al respecto. Muerto ya el dictador y luego de publicadas algunas de sus obras todo su trabajo y aporte a la cultura brasileña fue reconocido.

Mi amiga Dag, me envió este poema, así solito en un email. Seguramente se acordó que me gustaba la poesía o que cuando éramos adolescentes yo escribía poemas cursis en pedacitos de cualquier cosa, o escribía cualquier pedacito de cosa cursi. Incluso para sus cumpleaños, en aquellos tiempos que en nuestro país casi nada podíamos regalarnos. Su mamá aun guarda algunos. Seguramente le gustó el poema pues quien no piensa, quien no cree a nuestra edad (muy jóvenes aun) que el tiempo es más que precioso y que cada día con cada gesto, con cada acción que tomamos gastamos un poquito más del que tenemos. Tiene razón el poeta y tiene razón la Dag en enviárselo a sus amigos pues aunque puedes leerlo en un libro o encontrarlo en internet, cuando un amigo te lo envía es como si te diera un abrazo, y encuentras un motivo para leerlo con atención, te das cuenta de lo afortunada (o no) que eres. Yo lo soy, tengo este tiempo para disfrutar de mi familia, mi esposo, mi hijo, mis amigos, y de mi. Y al mirar a mi alrededor las injusticias que nos rodean, pienso que somos afortunados de estar aqui y de hacer algo por mas pequeñito que sea para denunciarlas o para ayudar.
Y como hoy es 8 de Marzo, (mi esposo fue el primero en darme este beso mañanero) con este poema y con tantas otras palabras que no puedo expresar, me gustaría enviar abrazos a todas las mujeres del mundo y en especial a las mujeres cubanas, las compatriotas que ahí están esta mañana levantándose con o sin desayuno para ellas y sus familias, a las mujeres cubanas, las madres, hermanas, hijas, que cada día luchan sin miedo a nada ni a nadie, por la libertad de sus seres queridos, por la libertad merecida de un pueblo.
Y a todas mis amigas de este lado del mar también.

“El valioso tiempo de los maduros”

Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora...
Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a maniobreros y ventajeros.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa...
Sin muchas golosinas en el paquete...
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan…
Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás...

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