sábado, 18 de junio de 2011

Carmen y "El Carmelo"



Esquina del restaurante "EL Carmelo"

Comíamos nuestros sándwiches preferidos en las tardes de algunos fines de semana pero con bastante frecuencia en la cafetería “El Carmelo”, que también tenía restaurante y barra y que, en los finales de los setenta y principios de los ochenta, aun conservaba un menú bien confeccionado y un gratísimo servicio, al decir de mi tía Carmen “casi como antes de la revolución”. Carmen era médico y no se fue en el 59 “para el norte” porque sus padres ya viejos y enfermos no quisieron dejar su tierra, a pesar de que les quitaron sin esclarecimiento ninguno su Barbería de barrio y le inhabilitaron sus cuentas de banco. Así quedó, atorada, en medio de un sobrevenir de confusas alienaciones, viviendo el dilema de servir como su deber le disponía y callar lo que penaba para que le dejaran ejercer y mantener a su familia. Tenía un Ford del cincuenta y pico de los que le decían “cola de pato” un carro largo, cómodo y bonito que poco a poco fue perdiendo su linaje convirtiéndose en una chatarra sin reino, pero que en sus buenos tiempos nos llevó hasta la cafetería de “El Carmelo” a pasar aquellas felices tardes de familia con su sobrino desobediente y explayado, mami, tía, y mi hermana. A veces cruzábamos al parque y correteábamos mientras ellas conversaban a la sombra de los álamos.
Las tardes de “El Carmelo” se mezclan en mis memorias con un sabor de complicidad y extrañeza. Carmen nos contaba, bajito y con cuidado, anécdotas espirituales y antiguas, algunas que no podía yo contar a otros. 
Teatro Auditorium-Amadeo Roldan.


Durante el incendio

 El restaurante quedaba en la esquina opuesta al antiguo Teatro Auditórium y luego renombrado “Amadeo Roldán”, que en 1977 quedó totalmente destruido por un incendio, al parecer un “atentado contrarrevolucionario por agentes de la CIA pagados por el imperialismo yanqui”. Pero me gustaba más el relato de Carmen mientras yo contemplaba desde la fuente (sin agua) del centro del parque aquella majestuosa entrada con sus escalones espléndidos, desde donde brotaban unas prolongaciones oscuras por el gran boquete frontal que se mantenía enrejado y cautivo. La escuchaba contarnos que al terminar la función de aquel sábado, cerca de las doce de la noche uno de los teloneros enfermo de amor por otro operario del teatro, y cuya pasión incomprendida le traía “a mal por mundo” se dejó llevar por su locura y cayó rendido ante los desvaríos de dicha exaltación. Yo cerraba los ojos apretados y no volvía a abrirlos hasta que no la escuchaba decir que nadie había quedado atrapado en el aquel fuego voraz y que se habían salvado un piano de cola y algunos otros instrumentos.
Allí también nos contó de un sándwich cubano famoso que ya no se podía comer pero que fue el delirio de una jovencita habanera asidua de “EL Carmelo” por allá por los años 30’. Ella pedía al chef que se lo preparan, y por la rareza de la mezcla de sus ingredientes se bautizó con su nombre: Elena Ruth (también se le conocía como Elena Ruiz, o María Elena). La receta consistía en dos tapas de pan blanco de sándwich, se le quita la corteza, se unta queso crema en ambas tapas, luego mermelada de fresa y después se añaden varias lascas de pavo asado. Nosotros allí nunca lo comimos, ya no lo preparaban, pero nuestros sándwiches de jamón y queso con pepinillos y mantequilla con pan de flauta bien tostado, y los helados montados nos hacían igual de felices.
Cuando nos íbamos, ya montados en el viejo Ford, Carmen siempre decía “despidámonos de “El Carmelo y ojalá que aun este ahí por mucho tiempo más”. “El Carmelo” allí quedó pero con el tiempo las cosas cambiaron. La escasez, la ineficacia estatal, la necesidad, y el abandono se posaron junto con las moscas y el calor sobre sus mesas. Y nos vimos un día, sin el Ford y sin vuelta a nuestras incursiones. En las tardes frescas de tertulia, en la terraza de nuestra casa en la calle 15 ella contaba “dicen que hay un restaurante allá en Miami que se parece mucho al Carmelo, lo hicieron con un estilo parecido, para que la gente lo recuerde así, se llama El Versailles, daría cualquier cosa por ir.” En el año 2002, en el abrazo del adiós me recordó: “tírate una foto en el Versalles y mándamela”. Pero no tuve tiempo. Unos meses después murió luego de una tonta caída y un golpe en la cabeza. En los mismos hospitales donde despedazó su vida a pesar de toda su angustia, fue mal atendida y mal diagnosticada.
A muchos les parecerá demasiado melodramático pero cuando por fin visité Miami nos fuimos al Versalles, y desde que abrí aquel menú de varias páginas sentí la mano cariñosa del tiempo sobre mi espalda, y mientras con mis ojos devoraba…frituritas de malanga…croquetas de pollo…yuca frita…sándwich cubano…pastelitos de guayaba…una ola gigante del mar de mi isla se me arrojó con coraje. Mi esposo miraba para todos lados y me decía… “¡por Dios chica que la gente está mirando!” Y entre el gimoteo y la sonrisa de una conmoción retenida por tanto tiempo le dediqué a mi tía Carmen aquel almuerzo de domingo y un sorbito de café caliente con espuma…como ella hubiera querido saborearlo.
Restaurante Versailles, Calle8, Miami.


15 comentarios:

  1. Lindos recuerdos de El Carmelo te transmitió Carmen. Acabaron con todo, pero no hasta con los recuerdos de uno.
    Y de la comida y la medicina mejor ni hablar...
    Conozco bien el Versalles, era mi cantina cuando estuve en Miami. Media Cuba andaba trajinando por él. Me encantaba la ropa vieja... y los tamalitos...
    Allí tuve la suerte de conocer a amigos hoy ya entrañables.
    Besos, Fermina.
    Y gracías por el paseo... se me hizo la boca agua pensando en el sandwichito ;-)

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  2. No sabía que el Amadeo Roldán se había quemado, yo ya estaba fuera, seguro que fue un incendio estilo El Encanto, que terminó convertido en el parque de la gran estafa. A todo el mundo le descontaron un día de haber para la reconstrucción de los almacenes.
    Buen fin de semana.
    P.D. ¿y el sandwich Elena Ruth aún existe?

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  3. Fermina: Si mal no recuerdo, la última vez que estuve en Cuba, el Carmelo tenía una oferta vegetariana; tacos vegetarianos, creo. El glamour, porque hasta una cafetería puede tenerlo, nunca se lo conocí. Sí al Potin (no sé si se escribe así), que muy pequeña recuerdo haberlo visitado. El Amadeo Roldán en mi primera visita me deslumbró con un Bar muy pequeño pero elegante que recién habían inaugurado. Dos años después, estaba bastante maltratado.

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  4. Eva:
    Los recuerdos familiares uno los aprecia cadavez mas, con el timepo y la distancia se hacen mas calurosos, aunque a veces en el viejo Ford se formaban grandes trifulcas....Alla en el Versalles siente uno esa tremenda nostalgia a pesar de su fama de reunion de "la mafia de miami"....y se me olvidaron los tamalitos...eso si que lo extranno muchisimo...
    Buen fin de semana
    un beso

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  5. Lola:
    El Amadeo Roldan se quemo en el 77 y se tardaron 22 annos para reabrirlo...te lo puedes creer? 22 annos.....sin un recurso para reabrir este Teatro....ahi ves la importancia ue le daban a este aspecto, si hubiera sido un edificio frente a la Plaza de la Revolucion lo hubieran arreglado bien rapido. Se inauguro en 1999, y Fidel estuvo alli...como si le hubiera importado demasiado...
    Tuve la suerte de disfrutar el teatro por dentor, por fuera, desde su platea y desde sus telones pues yo trabajaba con la Orquesta juvenil y alli dabamos conciertos, y siempre recorde mis dias de mirar aquel edificio achicharrado desde el parque...
    La historia claro que no sabremos la verdad al menos por ahora pero para ser justa la probabilidad de la version gubernamental, en aquelos tiempos, es alta.Pero como ninna me gustaba mas la otra...

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  6. Hola Charlene:
    Si, ahora El Carmelo es un restaurante vegetariano???????????En Cuba...vegetariano?Si hemos sido practicamente vegetarianos los ultimos 50 annos........en fin, que si, que me cuentan que esta horrible la comida....ademas para ofrecer un menu vegetariano no hay que abrir un restaurante para eso, esa puede ser una opcion regular en cualquier restaurante...pero bueno, ya sabemos...
    Al Potin, tambien ibamos, pero es mas centrico, habia mas rudio de la Avenida, en Linea, y las guaguas etc, por eso nos gustaba mas el Carmelo, pero la oferta y el estilo eran un poco parecidos.
    Saludos, y buen fin de semana!

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  7. FErmina, ¿sabes por qué vengo aquí? porque no has perdido la memoria. Te he dejado una respuesta larga por allá en halo y para no ser reiterativa, te dejo un abrazo.

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  8. Esa ola casi me salpica a mí también.
    Me has conmovido.

    Besos.

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  9. Lloro con tus recuerdos como si fueran los mios, porque comparto algunas partes que son casi mis vivencias.
    Cuando tu esposo te dice "¡por Diós chica, que la gente está mirando!" la escucho en muchas ocasiones de los labios del mio.
    Preciosa esta entrada Fermina, aunque el recuerdo sea triste y a mi, me haga llorar.
    Un beso

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  10. Me has hecho llorar, de niño también estuve en el Carmelo y en el Potin, recuerdo también que ibamos con mis padres y mi hermano, pero no eran visitas frecuentes, sino de vez en vez cuando ibamos a La Habana a ver a mi hermano que estudiaba medicina, en la primera mitad de los 70, mis recuerdos son como luces y sombras,del Amadeo Roldan ni idea por aquel entonces, ya reabierto fue visita habitual para mi, la última vez que estuve allí fue en el 2006 a un concierto de Chucho Valdes. Por el Versalles pasé muchas veces pero la visita se la debo, quizás por eso, cuando narraste el momento de estar alli, no pude contener las lágrimas. Un abrazo y gracias por compartir.

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  11. Me ha faltado decirte que me gusta mucho la música que cuelgas por acá. Buen miércoles

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  12. Gracias Belkys, Toro, Ofelia, Calabacita por sus visitas y sus comentarios. Significan mucho para mi.Sobre todo cuando sabemos que de alguna manera todo esto no son mas que recuerdos compartidos, la memoria de una parte de la historia, la buena, la mala, la triste, la feliz, la que le dejaremos a nuestros hijos, al menos eso quisiera asi como me la dejaron a mi.
    un abrazo.

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  13. Tenía creo que ocho años cuando inauguraron el Versailles. Mi papá era amigo del dueño y nos invitó a la apertura. Nunca me imagine que ese lugar sería tan conocido pero me alegro que los cubanos tengan un lugar donde reunierse para recordar. Mis padres y yo salimos de Cuba en el año 69, mas nunca vi tres de mis abuelos y mi única prima. Es tan triste lo que nos a pasado a los cubanos! Algún día muy pronto espero volver a una Cuba libre para mostrarle a mis hijas y a mi esposo (que no es cubano) el sitio donde nací y donde viví mis primeros seis años. Lo que no comprendo es porque algunas personas se refieren a los cubanos que vivimos en Miami como "la Mafia.". Los cubanos que llegaron aqui poco después que Castro tomó poder, sufrieron discriminación y pasaron muchos trabajos. Pero la gran parte de ellos superaron esos problemas y convirtieron a Miami en una gran ciudad donde los cubanos tienen hermanos. Acuerdese quien le puso ese titulo de "Mafia" a Miami.
    Me gusta mucho su blog (aunque tengo que leerlo con spanishdict abierto en otra página, porque mi español es limitado.) Saludos desde Miami.

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  14. Don Vito...Bienvenido al Blog y gracias por su visita y por supuesto que me pasare por el suyo tambien. Saludos.

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  15. Senora Anonimo:
    gracias por pasar por aqui. y gracias por sus palabras tambien. Algo magico de veras senti cuando fui al Versailles y no sabria explicar por que, quizas la leyenda, quizas la comida y los olores no lo se. Y claro, ojala algun dia pueda regresar y mostrarle sus seres queridos la tierra donde nacio, yo como en ella vivi 33 annos la llevo en mi alma como un boton cosido y pegado. pero esto solo lo supe cuando me falto su carinno y su sal... Bienvenida y sera que su espanol es limitado para leer, pues para escribir esta muy requetebueno!
    saludos

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