jueves, 17 de junio de 2010

Crónicas tragicómicas de un viaje. Mi querida Habana.Los preparativos (I).

La risa, el estado anímico con el que reaccionamos frente a situaciones cómicas, ante escenarios ridículos también puede ser el estado de supervivencia ante realidades trágicas. Una de ellas: preparar tu viaje de “vacaciones” a la Habana. En los últimos días me levanto acometiendo las tareas necesarias para llevarlo a cabo, las cuales me mantienen ocupada, preocupada y extenuada, desatinando entre el coraje, el enojo franco y las risotadas cuando del otro lado de la línea escucho escabrosos pedidos, momentos envueltos de regocijo por los pocos días que nos separan y colmados con la esperanza de las necesidades que se “resolverán”. He quedado sin tiempo para navegar por internet, leer “El Sari rojo”, ni volver al gym, así decidí que mejor les cuento. Porque como diríamos los cubanos “esto no tiene nombre en la historia”. Después de prorrogar nuestros pasaportes y ser autorizados a viajar a nuestro propio país (un trámite arbitrario e inconstitucional) pagando unas cuotas altísimas, más bien grotescas, pudimos comenzar a ocuparnos de los siguientes preparativos: las compras. No, no las compras nuestras para el viaje del verano, las compras para los de allá. Las listas incluyen todo tipo de ropa, calzado, y cualquier cantidad de agregados, por supuesto. Las medicinas que necesitan y extras: analgésicos, antiinflamatorios, materiales de primeros auxilios, cremas para dolores del cuerpo, laxantes, antidiarreicos, crema para hongos de los pies, etc. etc. No podemos olvidar los útiles de la escuela para que los niños estén listos en Septiembre. Los más pequeños necesitan cereales, pañales, teteras y medicinas para bajar la fiebre. Se han agregado baterías, velas, encendedores de gas, esponjas y estropajos de aluminio para fregar, y claro está todo tipo de productos de cuidado personal: pasta y cepillos de dientes, desodorantes, cuchillas de afeitar para ambos sexos, toallas sanitarias, champú anticaspa, papel sanitario, algo de jabón “si cabe y no pesa mucho”, y ropa interior para casi todo el familión. Ah!, y los pequeños caprichitos: chancleticas de tal color, “trusas” (trajes de baño), unos DVD, creyones labiales y pinturitas de uñas, y el champú de las garrapatas para el perro, y en fin saquen sus cuentas y multiplíquenlo por tres, pues son tres familias en diferentes casas.

Finalmente y para sentirnos un poco mas aliviados, ya nos informaron que la “reserva de los pasajes” está hecha y hablo de solo días para la partida. Claro que la confirmación es otra cosa. Eso ya depende de segundos, terceros y otras maromas del lado cubano. Pero ahí vamos. Después de tanto tiempo sin vernos, de llamadas telefónicas con minutos marcados, palabras al borde de las averías, frases cuidadosas, correos electrónicos que en ocasiones se reciben y en otras quedan atorados en medio de servidores maquinales y obsoletos, nada nos importa más que aterrizar de una vez. Con el deseo del abrazo a la familia, de las venideras largas noches de conversaciones y carcajadas satirizando la carencia y la enajenación (como cualquier cubano), los vecinos entrando y saliendo sin razones ni citas acordadas, los niños correteando hasta tarde en la noche de verano y un poco de brisa mientras nos posamos en el murito de la acera, nos permitimos olvidar por un segundo la desgracia, les dejamos disfrutar de sus días sin preocupaciones por la comida que no hay y el infortunio del transporte. Mucho menos logras contarles sobre las Damas de Blanco, sobre las que apenas han oído hablar, y sobre la verdad acerca de la muerte de Zapata Tamayo menos aun y de la liberación de Sigler y de otras tantas cosas que ignoran y que no forman parte de sus vidas, igual que ya nada de aquel revolico y tribulación forma parte de las nuestras.

¡Ah! ¡Pero cuánto no vale el olor del mar y el sabor de la sal en mis manos, la contemplación de la perdurable mata de naranja agria en medio del patio, el paseo por el malecón y la vista del puerto viejo con su faro y todas las amarras extraídas allá donde aun nuestros padres esperan sin importar maletines ni gobiernos!

¿Les había dicho ya que es un viaje de vacaciones?

Continuará…


7 comentarios:

  1. Es increible que esas pequeñas cosas que preparas sean tan significativas. ¿Cómo puede, fuera de Cuba, existir alguién que permita esa situación de una buena gente, como sin duda serán esas tres familias? Sigue contando para que los que te lean no caigan en el olvido de esa injusticia y para que siempre que puedan aporten su pequeño granito para conseguir la verdadera libertad del pueblo cubano, el que está dentro y el que está fuera. Un beso

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  2. Estamos en el 2010 y todavía así.
    Es como si la locura no pudiera ser desterrada de determinados países.
    Espero que pronto si.

    Besos y suerte.

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  3. Pepe:
    Tu sabes que si, que tienes razon, a veces uno cree que para que tanta contadera, si todo el mundo sabe...pero...no, no todo el mundo sabe...
    Buen fin de semana

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  4. Hola Toro Salvaje:
    Gracias por tu visita.
    Esa frase tuya tambien me ha hecho pensar...la locura que no puede ser desterrada...Porque es que se necesita que converjan tantos factores que es como un circulo vicioso sin fin, una cadena sin principio ni fin ya... pero no perdamos las esperanzas.
    Que tengas un feliz fin de semana

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  5. La situación está cada vez peor y no tiene arreglo. Pero, como sueño con un día poder ver La Habana, sin que nadie me la cuente.
    Es uno de esos lugares a los que uno ya ha ido sin poner un pie.

    Besos, Fermina.

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  6. Eva
    Pues ojala que si , que puedas verla sin que nadie te la cuente, y ojala que cuando la veas muchas cosas hayan cambiado para el bien de todos.
    Feliz fin de semana!

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  7. que rico que se van a Cuba bien sabes lo que esa isla significó para mi, era como si mis pies hubieran caminado por esos parajes en tiempos perdidos en la memoria.

    dd

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