martes, 1 de mayo de 2012

Hoy

Presiento que no puedo seguirlos contando, que debería dejarlos correr a algún lugar sereno y risueño donde no los malgaste. Pero noventa y nueve Mayos me hubieran encantado. Tantos días como estos me  llegaron en este refugio verdinoso y no me alcanzaron patios, enjuagues, ni cigarros para convocar los olvidos. Quisiera que fuera un día como tantos, los que te hablo y los que no, o de aquellos en los que puedo dejarte acomodada y dormida. Pero las voces y los menajes de otros lares no me dejan. Estás en fiestas que no son para ti, en ceremonias y discursos torcidos que no escuchas, en las algarabías de las calles que no caminas, en el desconsuelo de lo mas absurdo de los que te recuerdan. Seguramente te llevaron flores, tantearon el mármol grácil que te corteja, resonaron tus andanzas y tus bríos y hasta en ese instante afectado envidio sus manos y sus figuras. Si estos Mayos algo trajeran que sea la calma. Si estos Mayos algo repusieran que sea tu risa. Presiento que nunca pararé de contarlos. Que serán cien o ciento veinte mis derrumbes y tus llegadas, y que no tendré mayos suficientes para agasajarte, soplar velitas, enviarte cartas siderales, agradecerle a mi vida por vivirte…y abrazarte, abrazarte, abrazarte.