martes, 1 de noviembre de 2011

La otra. (XVII)

(La segunda etapa)
Después de ella las cosas cambiaron. La casa del río había visto alterada su rutina hacia unos meses atrás cuando a Picon se le retorció la vida en un segundo y su cuerpo lo abandonó sin enmiendas. Hospitales, pérdidas y frustraciones. Al abuelo Picon le agrietaron el cerebro sin vacilación y sin ajuste, y lo dejaron librarse de lo inevitable entre terapias y loqueros, volviendo a casa hecho solo una mitad de hombre. Por esos mismos días su madre la colocó a ella en este mundo con un poco de trabajo y algún padecimiento, el único que le dio en esta vida y del que quizás – a veces ella pensaba con desánimo- nunca se recuperó. La niña llegó envuelta en telas amarillas y encajes blancos como era la ocasión, pelona y rosada, y con la cabeza de pepino, según comentaba el propio padre. Pero con ella, y sin proponérselo, se remolcó el júbilo renunciado en aquel mausoleo de cristales y mármoles, y la niña descubrió para su regocijo y orgullo en la vida, sus más grandiosos e imperecederos amores. Todos ellos, los del piso grande de espejos y los de abajo en la explanada, los niños y los más grandes, los blancos y los prietos, le ofrecieron su caricia amiga, la cercaron en sus brazos, le cantaron los sueños y le dejaron ser feliz, tanto como se podía en esa sui generis estirpe que finalmente fueron: un par de abuelos, una tía y ella.
Es decir, yo, una noche de agosto de 1969.
Y el mundo de África, de Hilda, de la mujer sana y disciplinada, fuerte y segura que había sido, se convirtió en el de la complaciente y cálida abuela entregándome el amparo y la alegría hora tras hora, agazapando los dolores entre platos de papas fritas y costuras impecables, sorteando las gavetas con tristezas y lejanías, echándolas al río con las algas y las brisas, ingeniando leyendas sobre Paquito y la vieja del moño que no se bañaba, regalándonos las fiestas más radiantes y creativas pobladas de payasos y guitarras, palmeándome mi espalda cada noche con un susurro perpetuo de ternura, andando de mi cama a la de Picon en noches de permanente fatiga. Su olor nunca se me escapó ni en los momentos más feroces cuando el fango y el absurdo arrasaban hasta con la memoria.
Yo en los brazos de tia, a la derecha.
Mi abuelo Picon, en su sillon de madera
  En la casa del río comenzó todo, la misma casa donde el agua varias veces nos arrebató los deleites, donde en ocasiones el río nos agobió hasta el impulso, la misma casa donde el amor me dio la enhorabuena, allí gocé sus pasillos y terrazas, sus piedras y olores a humedad, allí nunca poseí la sensación del mundo verdadero, cosas parecidas a esas sacudidas con las que comenzamos a abrirnos paso desde un útero tibio y que solo se truecan en realidades que tocamos o enfrentamos un poquito más tarde…solo un poquito más tarde… 

12 comentarios:

  1. Mujer. no sabes qué gusto ir siguiendote así. Picón me enternece y es de esas personas que me huibiera gustado mucho conocer. Me gusta de estos relatos que logras contarlos como si fueras niña. Un abrazo Fermina.

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  2. Gracias Charlene. Mi abuelo fue de esas personas a las que le hablo ahora porque cuando murio yo aun no sabia lidiar con nada.
    Oye, no has escrito en tu Blog, eh? paso cada dia y no he visto nada en los ultimos, solo pregunto por si acaso es que soy yo quien no lo puedo ver, ya sabes estas cosas de la tecnologia son asi a veces...
    Un abrazo,

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  3. mañana me operan a la niña y ando con la cabeza revuelta con eso. Pero ya regresaré. besos Fermina

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  4. Que bonitos recuerdos lo de la niñez. Yo solo tuve la suerte de conocer a mi abuelo materno, el otro abuelo murió antes de yo nacer. Me ha gustado leer tu relato y esta manera deliciosa que tienes de contar tus cosas.

    Un abrazo.(El día 16 me voy a Cuba, me acordaré de ti)

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  5. Coño Charly..que todo salga bien con lo de la niña...

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  6. :)

    Me ha gustado verte tan chiquitaja.
    Cuando vengo aquí es como si entrara en una novela del realismo mágico.

    Besos.

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  7. Charly que todo salga bien, dejanos saber, un beso

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  8. Gloria, gracias por tus palabras, y bueno que puedo decirte? Disfruta mucho la isla, a donde quiera que vayas, solo espero que puedas alcanzar una perspectiva justa de todo lo que sucede por alla. a veces los ojos de turista opacan algunas realidades. Gracias, espero saber como te fue al rgereso
    Un abrazo

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  9. Oiga Toro vaya que me he sentido casi como una escritora....gracias....!

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  10. Julio que bueno verte por aca, y si espero que Charly nos deje saber como ha ido todo, que seguro que bien!
    saludos,

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  11. Estos relatos enamoran, nos transportas a tu infancia y por momentos uno siente que esta allí contigo, correteando por esa casa donde parece que el amor era un bien inagotable. Un abrazo. Buen domingo.

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  12. Que me encanta viajar a mí a través de tu infancia y recordar contigo ese vuelo fugaz de la memoria.
    Recorrer a través de ese río y de los olores un rincón de tu memoria.
    Mira que las mujeres eran sanas y disciplinadas en aquella época.
    Y tu abuelo con la guayabera... y aquellas tardes de música y ron.
    Gracias por compartirlas.
    Besos, Fermina.

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