martes, 11 de octubre de 2011

tregua


Hacía meses que no veíamos llover. Nos había crecido un cactus en la retentiva. Diez horas de lluvia y los venados han dejado de comerse mis plantas, y las ardillas no han vuelto a tomar agua de la piscina, y huele a fango y a hierbita húmeda. Y entonces me senté en el portal con una copita del Alexander Valley (mira que he aprendido cosas en esta tierrita) y encendí un cigarrito y disfrute la escena. Recordé los días en que la lluvia era algo diferente, no te apurabas por una sombrilla ni te importaba la blusa mojada y transparente, ni le temías a los truenos mientras te bañabas en la costa, ni escuchabas el “niña entra que vas a coger un catarro”. Y tampoco se por qué recordé un poema casi completo, uno de aquellos que durante los días universitarios también entonaba de memoria y otras mil cosas que la lluvia trajo y claro, se llevó porque así se filtran todas las aguas mareadas.


Usted Martín Santomé no sabe
cómo querría tener yo ahora
todo el tiempo del mundo para quererlo
pero no voy a convocarlo junto a mí
ya que aun en el caso de que no estuviera
todavía muriéndome
entonces moriría
sólo de aproximarme a su tristeza

usted martín Santomé no sabe
cuánto he luchado por seguir viviendo
cómo he querido vivir para vivirlo
pero debo ser floja incitadora de vida
porque me estoy muriendo Santomé

usted claro no sabe
ya que nunca lo he dicho
ni siquiera esas noches en que usted me descubre
con sus manos incrédulas y libres


usted no sabe cómo yo valoro
su sencillo coraje de quererme

usted martín Santomé no sabe
y sé que no lo sabe
porque he visto sus ojos
despejando la incógnita del miedo


no sabe que no es viejo
que no podría serlo
en todo caso allá usted con sus años
yo estoy segura de quererlo así

usted martín Santomé no sabe
qué bien qué lindo dice avellaneda
de algún modo ha inventado
mi nombre con su amor


usted es la respuesta que yo esperaba
a una pregunta que nunca he formulado
usted es mi hombre
y yo la que abandono
usted es mi hombre
y yo la que flaqueo

usted martín Santomé no sabe
al menos no lo sabe en esta espera
qué triste es ver cerrarse la alegría
sin previo aviso
de un brutal portazo


es raro
pero siento
que me voy alejando
de usted y de mí
que estábamos tan cerca
de mí y de usted

quizá porque vivir es eso
es estar cerca
y yo me estoy muriendo

Santomé no sabe usted
qué oscura
qué lejos
qué callada


usted martín
martín cómo era
los nombres se me caen
yo misma estoy cayendo


usted de todos modos
no sabe ni imagina
qué sola se va a quedar
mi muerte sin su vida.

Mario Bendetti, "La Tregua".

7 comentarios:

  1. Lluvia mujer, qué rico. No hay nada que el agua no se lleve. Cuando ando de malas, sigo el consejo de una tía y me doy un baño rápido. Y las cosas se trasnforman; circula la energía de manera diferente. Te vi en esa terraza con la lluvia cayendo.
    pd: ahora sí a terminar con esas flores plásticas de los vecinos.

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  2. :)
    Es cierto, lo de la lluvia. Tiene ese poder de hacernos sentirnos como en una nebulosa, de trastocar los sentidos e invadirnos por dentro de una sensación húmeda, nueva, regeneradora y melancólica.
    Precioso texto, Fermina.
    Besos.

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  3. Si va a llover que llueva. Aqui en España no cae un aguacero decente, por eso debe ser que esto esta tan malo. Como siempre muy hermoso lo que escribes. Saludos.

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  4. Navegando me encontre con tu blog. Me gusta! Ah! la lluvia maravillosa.
    En nuestros paises cuando llueve, LLUEVE. te sigo. Un abraXo

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  5. La lluvia es una gran evocadora.
    Tengo grabados recuerdos con lluvia de hace mucho tiempo con una nitidez impresionante.

    Besos.

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  6. Ferminia, necesito hablar contigo, por cosas dl mundo fuera de la @. Ando con ganas, y con alguna urgencia, de moverme a Houston, pero me faltan elementos. El contacto desde el blog no funciona. Escribeme

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  7. La lluvia sana. Aún salgo descalza a correr bajo la lluvia y llenarme de vida.

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