jueves, 7 de abril de 2011

La mata de rosas de Chari

El año pasado plantamos rosas. No les dio tiempo a levantarse cuando el invierno y las corrientes las dejaron sequitas. Hace unas semanas percibí que intentaban volver. Y como visito el Blog de   Pepe del Montgó y siempre sus fotografías de rosas son tan bellas y sabe tanto sobre cada una de ellas que un día le comenté que cuando mis rosales florecieran dejaría unas fotos, ya que me cuesta tanto que se me den las plantas, no tengo buenas manos ni les traslado la energía que necesitan. Estoy feliz con los rosalitos, quedan en el sitio perfecto para disfrutar del patio con este clima. Ahí les dejo las fotos para ver si el señor Pp nos visita y nos dice que tipo de rosas son pues yo no lo sé.

Pero cada suceso en la vida nos devela otro. Un a historia, una memoria dobladita en la almohada, un recuerdo de familia, unas brisas atizadas. En nuestra casa de la calle 15 las mujeres amaban los jardines. Dentro y fuera de la casa había plantas por doquier. En la terraza cerrada de ventanales claros, territorio de concurridas tertulias, donde veíamos la tele olía a bosque. La costumbre de sembrar era parte de la vida desde que clareaba con la fragancia del café. La magia también la tenían los recipientes donde a ellas se les ocurría plantar. Las vasijas podían ser desde una maceta regular de barro o cerámica, una palangana vieja carcomida, o la tambora de la antigua lavadora Bendix, la gaveta de metal de una añeja cocina eléctrica, cubos plásticos, hasta pequeños jarritos de cocina. En el minúsculo jardín delantero había algunos mantos azules, crotos marrones y naranjas, una increíble mata y siempre viva Flor de Pascua, y marpacíficos rojos aglutinados a la cerca que daba a la acera, luego unas pequeñitas plantas de color verde sin flores por los laterales y cintas, y unos helechos pegados hacia la pared de la terraza debajo del alero. Y en el medio del jardincito una mata de rosas, imagino que muy común, de flores menuditas y de un color rosado pálido. La matica era una lucha para mi abuela, daba botones abiertos que se deshojaban con facilidad y las ramas eran enclenques con pocas hojas y tallos descoloridos. Pero ellas se esforzaban mucho, en medio de la escasez y la necesidad, para regar el jardín los “días que tocaba agua” con unas mangueras improvisadas y requetereparadas, y escaldaban y deshijaban y se intercambiaban algunas variedades de “hijitos” entre las vecinas. El patio trasero tenia amplia variedad de macetas y plantas y estaba presidido por nuestro estoico árbol de naranja agria.
Desde que tenía alrededor de doce años una amiguita del barrio me regaló una perrita “sata”, unión de su perra pequinés y algún callejero desconocido. A esa edad y por tantos motivos más la “Chari” se convirtió en mi más preciosa compañía, y así la quisimos en casa, como una niña más de la familia hasta que alrededor de doce años más tarde murió tranquilamente una tarde en que mi abuela no me dio aviso. Cuando llegué ya la habían enterrado. Mami llamó al negrito “Pello” y le pidió el favor de remover el rosal del jardín con mucho esmero e instrucciones místicas, enterrar a Chari con el rito y dolor que merecía, y replantar el rosal encima. Así me lo dijo al otro día recogiéndome con sus brazos leales y penando mas por mi “Ahí la enterramos para que siempre este cerquita”.
Un vecino le dijo que “la mata de rosa ahora sí que se muere” y cuando ella lo caviló ya era tarde. Para fascinación de todos en pocos meses el rosal progresó como nunca, las pequeñísimas florecitas rosadas aumentaron su tamaño y avivaron su colores, los tallos engordaron y verdearon, las hojitas retoñaron y la mata se convirtió en un rosal verde y tupido, lleno de botones y flores que después de tantos años aun permanece y que desde entonces en nuestra casa de la calle 15 se le conoció como “la mata de rosa de Chari”.

3 comentarios:

  1. Lamento no serte de gran ayuda, en la finca siempre me ocupé de los toros, y las plantitas como que se me iban muriendo... siempre les puse mucha fe, pero fue que no. Desde chiquita pues, planté en la casa puros cactus y como que entre ellos y yo, como que todo funciona y me dan hasta flores :)
    Un lindo post primaveral, Fermina, y espero que sigan floreciendo y germinando pues.

    Besos.

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  2. La historia de esa mata es conmovedora.
    Mucho.

    Besos.

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  3. Que lindas, a mi me encantan las rosas y uno de mis hobies es el jardin.
    Besitos para ti y un lindo fin de semana.
    mar

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