lunes, 7 de febrero de 2011

Febrero

Todo era diferente en el otro Febrero. No se nos impregnaba la sensación de hastío ni nuestros huesos vivían esta encajada conciencia. En aquel Febrero infantil las tardes eran menos sobrias y me dejabas aquella antigua grabadora Sanyo que papi siempre escondía en el closet, y me escurría hasta el rincón de nuestros avatares donde Picon desdecía traiciones y vociferaba que tenía más hambre que un cangrejo sin playa mientras yo arrebatada de alegría me disponía a escuchar mis favoritos: Sonia Silvestre… “la tarde está llorando y es por ti…”, Silvana Di Lorenzo “…me muero por estar contigo, me muero por volverte a ver…” y luego Nino Bravo… “y busqué entre tus cartas amarillas mil te quieros, mil caricias” y Los Fórmulas “suave que me estas matando, que estas acabando con mi amor”. Y la abuela de W. que me escuchaba desde el piso inferior mientras guindaba largas tendederas bajo techo “por si el sereno dura mucho” exclamaba “esa niña se va volver una vieja escuchando esas cantilenas”.
Este Febrero siempre es anémico y a veces hasta triste. Somos unos deslucidos galeotes que observan como estas infames escarchas me queman los marpacíficos y las palmeras con tan gélidos mimos. Tengo las historias de Febrero que no puedo contar, las que claveteé como lunares putrefactos debajo de mis hebras y las otras que tú siempre adivinaste. Tengo mitades de historias, el regreso de los campos y el cansancio, las mañanas de café con leche hirviendo y aquellos corduroys rosados que se te antojaban abrigos y que se plegaban sin amparo bajo la aguja de la SINGER despintada.
En Febrero te abandoné meciéndote en el sillón de la terraza después de estar a la espera, por minutos eternos, de que me regresaras la mirada. Todos los Febreros me quedé esperándote, pero me quedé esperándote un montón de tiempo y no pude avisarte. Porque ese mismo Febrero el abandono crispó en alegría. Yo no quería declararme este aviso de alboroto tan iracundo y ambiguo. En Febrero la vida finalmente sacudió el encuentro pero te dejé atrás sentada en el sillón de la terraza abanicando la perplejidad del futuro. Todos los Febreros que vinieron ni tú ni yo nos hallábamos. Estos días no ha salido el sol, nada ha sido diferente del gris y la escarcha. Todo lo daría otra vez por detenerme frente a ti mientras te meces en el descascarado sillón de hierro de la terraza pensando quién sabe qué. Pero esta vez no esperaría que me regresaras tu mirada, yo volvería a tu regazo y te daría un abrazo y otro y otro…


5 comentarios:

  1. Ese febrero me ha inundado de melancolía.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Aquellos febreros llevaban la marca de la ilusión y el descubrimiento, éstos, ya desábridos nos devuelven a la cruda realidad.
    Precioso relato lleno de sensibilidad y de armonía.
    Besos, Fermina.

    ResponderEliminar
  3. Yo tuve mi abrigo de corduroy rojo con peluche de conejo gris en el cuello y con una saya idem color y tela , me lo ponía todo a juego con una blusa blanca . Qué recuerdos tan lindos. también suspiré con Nocturno y esa década de oro.
    ...Si pienso en nuestras canciones que hablan de amores.... si pienso que un día quería morirme por ti... Sonia Silvestre.
    Gracias Fermina

    ResponderEliminar
  4. Para mi Febrero es el més sin sentido de todo el año. Ya veo que no te ocurre a ti lo mismo. De todas formas este mes fris puede que sea el adecuado para los recuerdos de la nostalgia.

    ResponderEliminar
  5. Cuanta nostalgia, muy hermoso. Toda aquella musica acompañó también mis años, pero para mi era parte del ruido ambiente, la que me movia y me mueve emociones es el rock, eso en Cuba era como vivir en una isla dentro de la isla, una especie de exilio sonoro. Saludos.

    ResponderEliminar