miércoles, 8 de septiembre de 2010

La otra (X). Una carta sobre las aguas del río.

“Cada vez que tienes la oportunidad de hacer alguna diferencia en este mundo y no lo haces, entonces estás malgastando tu tiempo en la Tierra”. Roberto Clemente.

Siempre le llamé Picon. Dice mi tía que porque los escuchaba decir a ellos Pipo.

Yo te conocí así, hemipléjico y temerario, increpándole al mundo tu molestia y tu inconformidad. Por esa vez nada podías lograr con tus ideales, no te harían regresar a una vida normal, no te harían volver a caminar. Así que todos, menos yo, pagaron las culpas y sintieron el peso de tu voz y tu tormento caer sobre sus cabezas como martillazos imparables. Tu travesía por esta vida fue corta pero firme. Eras noble y vehemente, te casaste con la mujer que amabas, fundaste tu familia y guerreaste preservando los ideales por los que creíste que el mundo sería un poco mejor. Los mismos ideales que con cincuenta y cinco años te abandonaron derribado en un monte, luego en una camilla en un salón de operaciones, en hospitales tratando de rehabilitarte y finalmente en una pequeña cama en el cuarto de criados jugando a la magia con tu nieta. Guerreamos juntos por doce años más, procurándonos, el uno al otro, horas de esparcimiento mientras mami deambulaba en la cocina, disponía comidas, lavaba la ropa de todos y atendía a cuanto vecino llegaba. Nuestro mundo se llenó de libros, monedas conseguidas de las orejas, juegos de cartas, frases comunistas y algunas historias mal contadas. Escasas visitas, dolores raídos en tu alma, acumulados como trapos viejos, húmedos y fétidos. Los peores días emergía una espuma blanquecina por tu boca mientras yo corría desesperada a la casa de abajo donde ya me esperaba resguardo. La rutina emergía cada mañana porque la rutina, como tu decías era la que hacia la vida de un hombre. Las cuentas, el trabajo, la entrega. “...Llevé el cine a lugares donde nadie ni sabía que existía, luché y aguanté cárcel por esta Revolución, me fui al despacho cada día para trabajar para... sin importarme noches, ni domingos, ni nada, cuidé de todos los presos allá en La Cabaña sin maltratar a nadie, ayudé a sus familias, y me fui allí a buscar lo que ... quería, y mira tú…ahora quién se acuerda de nada de eso, hecho una mierda yo aquí tirado…Hilda, Hiiildaaa…si agarro la pistola chica te juro que me mato...” Nunca te vi sonreír.
Mami te alimentaba cucharada por cucharada, te arrastraba con todos aquellos hierros en tus piernas hasta tu silla de ruedas, reía contándote historias, montando una conversación trivial para sacarte la ganas de vivir y tú no te inmutabas, desparramabas tus amarguras con todas tus fuerzas y la dejabas exhausta. Pero como nada la vencía se sentaba en el sillón de madera a tu lado de la cama, me cargaba y yo me dormía en sus brazos escuchando los murmullos de tus pendencias y el susurro de su tarareo sintiendo que estaba protegida. Mis dos guerreros blindados a mí alrededor, con sus panoplias y escudos cuidando el sueño de la amada. Cuando te fuiste la rabia me dejó magulladuras. No te vi y no verte fue una angustia penetrante. Pero te escribí cartas, muchas, como esta, que nunca leíste, pero que de vez en cuando me renovaron el sabor de una tarde contigo en medio del ruido de la lluvia haciendo huequitos en las aguas del río, ¿te acuerdas?














(Fotos del  Río Almendares, La Habana, tomadas de internet)

6 comentarios:

  1. Me conmueven estos recuerdos familiares, muy bien contados además, no puedo evitar evocar los propios. Saludos.

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  2. Resulta tan enternecedor que casi duele.

    Besos.

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  3. Me gusta esa carta que no llegó a tiempo por el amor que lleva y por la sinceridad. Sólo a alguien que se quiere se le pueden decir las cosas así. ¡Vaya recuerdos que llevas en ti!

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  4. Hola calabacita:
    Por que sera que vivimos tanto de los recuerdos? Siempre que llegan, se reinventan.
    Gracias por estar por aqui.

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  5. Si Toro, a mi me duele, y mientras mas pasan los annos mas sentimientos diferentes descubro.
    Saludos

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  6. Hola Pepe
    La carta no llego a tiempo ni las palabras tampoco, ?como podemos quedarnos con todas esas cosasadentro y nunca haberlas dicho.? No se me aplica mucho, pero creo que debemos decir cada dia a todos los que queremos cuanto los queremos y abrazarlos y besarlos.
    Gracias por venir por aca
    Saludos,

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