El retorno del Capitán T.
Iba a ser un día feliz. El había tenido muchos. Casi todos relacionados con su profesión porque en su vida privada lo único que lo hizo feliz por algún tiempo fueron aquellos encuentros subrepticios y apasionados con Elisa, hembra misteriosa de encanto velado y cuerpo soberbio. Su vida por aquel entonces era solo eso: surcar el cielo cada semana sujetando el sueño que lo cautivó desde niño, trabajar por el bien de su Patria y buscar a Elisa en la tierra siempre que los cambios de humor de ella se lo permitieran. La señora, madre soltera, tenía talante e imperio.
La vida le condujo por excelentes derroteros, realizó misiones importantes, la más difícil de ellas fue cuando, con la certeza de que se abrazaba a su deber de lealtad a la Patria, tuvo que pedirle al Presidente de la República, el mismo hombre que años atrás le encomendara la reorganización del Cuerpo de Aviación del Ejército, que dimitiera de su cargo, que abandonara el poder bajo amenaza de usar ese mismo cuerpo militar en su contra. Realizó vuelos de buena voluntad por toda Centroamérica en su Vought Corsair, fue un orgulloso profesor y ejecutivo de la Escuela de Aviación por muchos cursos, vivió años en el exilio, fue fundador de la Organización de Aviación Civil Internacional, y buscó a Elisa siempre que ella se dejaba encontrar. Terminó con el nudo de su vieja corbata de Fin de Siglo, cerró sus ojos para abandonar con paciencia los recuerdos antes de salir, se miró de soslayo en el espejo de la vieja cómoda que seguía arrinconada en el pasillo, agarró la chaqueta y salió apresurado. A veces se sentía cansado pero aun tenía cosas pendientes. Cuando estuvo frente al abogado, firmó con orgullo los documentos y abrazó a su hijo que ahora ya no solo lo era por afecto sino también por título. Desde entonces todos heredamos el apellido T.
Durante muchos años miraba mi anillo con aquella extraña inicial R que a nada me sonaba. Lo toco y siento la afección que mami se merecía. Se casó con un hombre que le amaba con devoción y que le entregó lo que más anhelaba: un hogar. Su familia era su privilegio y su guía. Y un día él llega contándole esta historia rara y loca del amor desvariado de su madre con el Capitán que apenas nadie conocía y su deseo de adoptarlo como hijo verdadero antes de morir. “¡A estas alturas y con los muchachos crecidos!” Pero como siempre, lo complació a pesar de todos los zapatos que rompió andando la ciudad cambiando miles de papeles. Y desde entonces a todos nos tocó el apellido del Capitán. A mami las historias más inusitadas, maravillosas y entonadas o le pertenecían o le llegaban como agasajos en días de fiestas. Nada le faltó en su memorable travesía por este mundo.
Una linda historia familiar, enrevesada como todas las historias de familia lo son. Todas tienen algún pecadillo inconfesable que acaba por sorprendernos el día menos pensado.
ResponderEliminarBesos, Fermina.
Interesante historia familiar donde se descubre amor en quien la relata y entre los personajes.
ResponderEliminarLa Otra, no tienen desperdicio estas historias, fijate que lo extraordinario esta en la manera en que lo cuentas, creo que muy cercana a como lo vives, no como un melodrama desgraciado sino como la aventura que es vivir. Buena semana.
ResponderEliminarHola Eva:
ResponderEliminarSi, y como siempre te enteras asi medio que indagando, revisando papeles, preguntando tonterias, a los viejos no les gusta contar esas cosas...
Pepe:
ResponderEliminarSiempre pienso que eso queda, el amor en la familia. ya sabemos que cuando decimos familia, no quiere decir siempre lazos sanguineos...
Buen fin de semana!
Hola calabacita;
ResponderEliminarGracias por pasar por aca. Me has dicho algo que me ha hecho pensar con respecto a "La otra" y ha sido interesante.Gracias.
Que tengas buen fin de semana!